Elena Tablada está exhausta pero convencida de que el tiempo le dará la razón. Sus diferencias con Javier Ungría, el padre de su hija menor, la habrían dejado agonizando en lo económico y en lo emocional, pero no va a tirar la toalla.
Por suerte no está sola: sus amigos, familiares y compañeros la apoyan en esta situación tan incómoda y la invitan a seguir con lo establecido. No le queda otro camino, pues también intentó llegar a acuerdos, mantener la calma y que sus desavenencias se resolvieran por la vía amistosa. No pudo ser.
Elena tiene ganas de que se celebre finalmente el juicio por la custodia de su hija. Será entonces cuando pueda descansar y librarse de la pesadilla en la que se encontraría.
"Podría decir muchas cosas, pero prefiero callarme y esperar. Yo estoy todo el día buscando la manera de dar la máxima felicidad a mis hijas, que son lo más importante de mi vida", dice en conversación con este que escribe. Calla más de lo que cuenta.
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